domingo, 27 de marzo de 2016

La devoción a la Virgen de Carejas


LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN DE CAREJAS

Virgen de Nuestra Señora de Carejas,
con atuendo propio del gusto popular
actual, manto de rico y llamativo
terciopelo con bordados de plata,
por interés popular de conseguir un
mayor atractivo.
La polémica surgida en el pueblo de Paredes de Nava en torno a la posible sustitución de la Virgen de Carejas, por una réplica de su imagen, exige un esfuerzo de análisis y valoración religiosa. Y digo religiosa, porque el pueblo de Paredes bien ha demostrado su religiosidad el día de la Coronación Pontificia de su patrona y por ello creo, que es en este el terreno donde se debe de aclarar el error de tal decisión.

Un buen método de reflexión, para acercarnos a la verdad, es partir del conocimiento de las definiciones clásicas que manejamos los creyentes.

La Devoción es un sentimiento de afecto que surge voluntariamente del interior de una persona hacia una determinada creencia, en este caso religiosa, y forma ella misma parte de la Fe y se sustenta en la misma Fe católica. Es por tanto la Devoción un acto sentimental propio de un individuo, o de personas, expresado físicamente según los hábitos de vivir y de sentir de las gentes y de los pueblos.

El soporte físico de tal Devoción, es siempre una Imagen real, la cual en nuestra creencia católica, sirve de intermediario entre Dios y nosotros mismos. Esta imagen venerada y adorada, adquiere con las oraciones de sus fieles, con los rituales realizados en su honor, con las peticiones concedidas, con las leyendas milagrosas que se le atribuyen, con los siglos, con los exvotos ofrecidos, una configuración o corporeidad sagrada, una querencia que queda fija en nuestro subconsciente, en nuestro interior de forma natural, de tal suerte que nos permite distinguirla física y espiritualmente de las demás. De esta querencia o amor surge el Fervor, entusiasmo y ardor religiosos hacia esa misma imagen, que con familiaridad y confianza nos permite hablar con Dios.

Este hecho, como hemos dicho, se sustenta en la Fe, virtud teologal de Gracia Divina que nos es dada a los creyentes de forma meritoria, como un don de Dios, creencia ciega en nuestra religión, sin ningún tipo de titubeo y que permite relacionarnos con Dios sin otro soporte que el dominio de la propia voluntad, a diferencia de la Razón que pretende comprender para creer.

La Iglesia milenaria y sabia, para paliar la difícil lucha entre la Fe que es creer lo que no vemos y las dudas de la Razón, o necesidad de comprender para creer, ha fomentado la Devoción a imágenes, heredada como una costumbre grecolatina de donde procede gran parte de nuestra cultura, a diferencia de otras creencias o religiones, como judios y musulmanes islámicos que oran en templos o en mezquitas en donde no hay imágenes.

La devoción y el fervor de los paredeños hacia la Virgen de Carejas, no es discutible y constituye un “sistema” de creencias equilibrado y potente.

Se trata de una imagen de más de quinientos años de antigüedad que nos ha relacionado durante todo este tiempo con Dios a través de oraciones, procesiones, rogativas, ritos de la Cofradía y sobre todo mediante plegarias calladas y fervorosas que le transmiten los temores, esperanzas y agradecimientos.

Estos monólogos profundos y sinceros, dan a la Virgen un rango divino y sagrado naciendo la leyenda de que esta imagen es milagrosa, generosa y que consigue de Dios los favores que sus devotos solicitan.
Por tanto su halo es espiritual y diferente de todas las demás imágenes y es este halo el que no puede ser “traspasado” a otra, en este caso a su réplica, por muy parecida que sea.

Una ermita, probablemente milenaria, más antigua que el mismo pueblo de Paredes, forma parte de un conjunto de creencias, pues es “morada” de la Virgen que baja al pueblo todos los años y vuelve en un Rosario de Aurora, mientras el sol apunta a la espadaña repicando la esquila.

Un “parecido” no es lo mismo que una Virgen con más de siete siglos que nos reconoce y sonríe, tras su rostrillo y bajo su manto.

Que temamos que nos la roben no es suficiente motivo para desequilibrar un emocionante y milenario sistema de creer, querer y ser, tan fundamental para la vida espiritual de los paredeños.

Protejámosla y que permanezca donde siempre ha estado. Que así sea.




José Herrero Vallejo

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