sábado, 23 de abril de 2016

Certamen literario Jorge Manrique


CERTAMEN LITERARIO JORGE MANRIQUE


     
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Monumento a Jorge Manrique en Paredes
de Nava, obra del escultor Julio López Hernández,
Premio Nacional de Escultura de 1978.
     Quiero en primer lugar dar la enhorabuena, y  mi efusiva felicitación, al comité organizador de este Primer Certamen Literario en honor de nuestro insigne poeta Jorge Manrique, pues siempre me ha parecido sorprendente que en el pueblo natal de esta gloria  de la lengua castellana, no se hubiera establecido con anterioridad y  periodicidad anual, algún acto que recuerde y conmemore a nuestro ilustre paisano.

     Por ello quiero dar las gracias, por tan acertada decisión, a la Alcaldesa y a la Corporación Municipal, a la directora y a la coordinadora del Certamen, a profesoras y profesores del Colegio Alonso Berruguete e Instituto de Educación Secundaria Tierra de Campos y como no a “General Dinamyc Santa Bárbara Sistemas” empresa patrocinadora, que de alguna forma  participa ya de la realidad y de los intereses de nuestro pueblo.

Iglesia parroquial de Santa Euralia en Paredes de Nava.
A sus pies el monumento a Jorge Manrique.
      Agradecer a todos vuestra asistencia, alumnos y gentes de Paredes a este acto, aunque realmente pienso que  estamos aquí todos libremente, con la voluntad y el propio deseo de traer a la actualidad el pasado remoto de un genio paredeño que, a pesar de haber dejado este mundo hace 523 años, permanece presente en el ánimo de todos.

      Quiero también felicitar a los niños y jóvenes que han ganado un premio en este Certamen, que ello sea un estímulo y acicate en vuestra vida, los demás, otra vez será, pues yo desde aquí quiero instaros a todos, autoridades, profesores y pueblo de Paredes, para que estos actos tengan continuidad en el futuro, que este certamen literario destinado a niños y jóvenes estudiantes se institucionalice, para que de esta forma Jorge Manrique pueda estar  siempre presente en nuestro vida.

       En Paredes de Nava, tierra de tan ilustre poeta, no lo olvidamos, no queremos olvidar, aunque a veces parece como si ello  hubiera sucedido alguna vez. Ahora  ya no son posibles tales olvidos, porque de una u otra forma, nos vamos acercando a él, lo vamos haciendo más nuestro, lo tenemos entre nosotros.

        Hace algunos años, muchas gentes de este pueblo, molestas por olvidos tan significativos, emprendieron con ánimo la ardua tarea de materializar el recuerdo de nuestro poeta, coincidiendo con el quinto centenario de su muerte. Hoy disfrutamos de un bello monumento de gran valor artístico, obra de Julio López  Hernández que ensalza  la figura de este ilustre paredeño, esperando con ilusión concluir  la segunda fase  del conjunto escultórico, que se inaugurará en estas fechas en el año 2003, para que luzca en todo su esplendor,  allí donde está, a los pies de la torre  de la iglesia de Santa Eulalia. 
  
        No es una casualidad que  en las paredes de esta magnífico salón, aquí  donde estamos, se encuentren grabados en oro, desde hace muchos años, como dijo Lope de Vega, algunos de los bellos poemas que Jorge Manrique escribió a la muerte de su padre. Ellos recuerdan y conmemoran un hecho que la tradición ha establecido como cierto, el nacimiento de Jorge Manrique en Paredes de Nava, queriendo todo ello simbolizar las relaciones profundas que han existido siempre entre estos dos nombres, el de un poeta universal, Jorge Manrique y el de un pueblo de fama y tradición medieval, Paredes de Nava.

Perteneció este poeta a una de las familias más prestigiosas de cuantas había en la Corona de Castilla a fines de la Edad Media,  que fueron denominados "Los Manrique", linaje de rancio abolengo, de gran patrimonio y  poder político, que asentaron,  en esta villa de Paredes de Nava, en tiempos medievales, a partir de 1429. Nos recuerda su presencia los escudos que,  grabados en puertas y dinteles de edificios de nuestro pueblo.Muestran en sus señas de identidad que eran, por sus calderas, señores de mesnada y en sus borduras, que eran señores descendientes de reyes. Eran  aquellos que decían  "Nos no descendemos de Reyes, que Reyes descienden de nos”.


Escudo de armas de Rodrigo Manrique de Lara. En campo de gules dos calderas jaqueladas o ajedrezadas de oro y sable puestas en palo con siete sierpes salientes. Bordura jaquelada de seis leones de gules en campo de oro alternando con seis castillos de oro en campo de gules.

Las calderas significan señal de riqueza, pertenecen a señor de mesnada, capaz de alimentar a su cuerpo de ejército, señor de “pendón y caldera”. En heráldica “campo de gules” es color tojo vivo del fondo del escudo, calderas jaqueladas o dispuestas en cuadrados de color  oro (amarillo) y sable (negro),en palo (una debajo de la otra) con siete sierpes o serpientes como expresión de astucia en color sinople o verde. La bordura del escudo es propia de emparentados con la realeza.



Jorge Manrique   está  vivo entre nosotros, a pesar de haber sido  un personaje secundario, totalmente eclipsado por la fama y arrogancia  de un padre dominante, el gran don Rodrigo Manrique de Lara, en cuyo sepulcro  del Monasterio  de Uclés, donde fue enterrado, dicen que había una inscripción,  que decía  “Aquí yace muerto un hombre que vivo dejó su nombre”. Sin embargo, mucho tiempo después, nosotros recordamos  al famoso Don Rodrigo Manrique, no porque fuera Gran Maestre de la Orden de Caballería de Santiago, no porque fuera primer conde de Paredes de Nava,  no por sus hechos históricos, no porque venciera en 24 gloriosas batallas a bandera desplegada, no porque fuera llamado en su tiempo el “segundo Cid”, no por haber sido Comendador de Segura de la Sierra, sino por ser únicamente el padre de un hijo, que supuestamente abatido y desconcertado por pérdida tan grande, hablando el lenguaje íntimo del alma, supo llorar la  muerte de su padre,  en unas coplas llenas de sentimiento y cordura, en estrofas  tan bellas, tan armoniosas,  que aquellos que alguna vez las hayan leído no podrán por  menos  que recordarlas con emoción. Quiso Don Jorge inmortalizar a su padre y fueron sus coplas las  que a él mismo inmortalizaron.

En Paredes hoy ya no hay nada material que recuerde a los primitivos Manrique. Del alcazar o palacio que dicen las crónicas que  construyó en este pueblo D. Rodrigo  y que estuvo ubicado en lo que hoy llamamos plaza de la Iglesia de San Martín, barbacana que llaman otros, ya no hay nada a excepción de alguna parte de la misma iglesia que pudo pertenecer al palacio y un pozo bellamente embrocado, de grandes dimensiones, en terrenos ahora de casas particulares. En el Catastro del marqués de la Ensenada, se dice que el palacio fue edificado en una bella planta de diseño cuadrado, con muros laterales de unas dimensiones de más 60 metros de lado y que en el siglo XVII se encontraba en ruinas y por tal motivo fue vendido por la propiedad, años mas tarde, a la Compañía constructora  del Canal de Castilla para aprovechar sus piedras de sillería, con las que construyeron lo que conocemos hoy como Casas del Rey y otros restos que se encuentran desperdigados, formando parte de algunas construcciones que conocemos.

        Dicen, que Don Jorge, fue un hijo acuñado por la vigorosa personalidad  paterna, que la guerra fue un destino, al que su educación le había llevado, pero que su forma natural de ser,  tenía que estar necesariamente  ligada a una persona sensible, tierna, dotada de lirismo, de fuerza expresiva,´ de capacidad intuitiva, de reflexión, de melancolía.

        La muerte de su padre, acaecida en la villa de  Ocaña en Noviembre de 1476, quizás liberó a Jorge de las apreturas de la coraza de guerra, de la violencia de las armas y, distendido, sin ser consciente de ello, ensanchó su alma de poeta, deslizándose los pensamientos de su mente hacia los caminos de la métrica y de la rima, de la genialidad, de la inspiración, descuidando todo aquello que había aprendido de su padre.

        Y así debió de ocurrir, pues lo hechos de armas que se sucedieron desde entonces, no fueron venturosos para nuestro personaje. En 1477, meses después de la muerte de su padre, en una confrontación armada, fue militarmente vencido y preso en la villa de Baeza y necesitó para ser liberado, el perdón y consentimiento de los Reyes. Dicen sus biógrafos que fue en esta época, aceptando que las coplas no debieron de escribirse de un tirón, si no en varios fragmentos, cuando Don Jorge, aprovechando un paréntesis de meditación, debió de escribir algunos de estos fragmentos o incluso  el ajuste total del poema.

       Don Jorge Manrique de Lara, Comendador de Montizón, Caballero Trece de la Orden de Santiago, Capitán de la Hermandad de Toledo, fue el caballero elegido por Isabel la Católica para defender sus aspiraciones a la corona de Castilla, frente a las poderosas  huestes del marqués de Villena, partidario de Doña Juana la Beltraneja.

      Y en el anochecer de una tarde del día 24 de abril de 1479, frente a los grises muros del Castillo de Garcimuñoz, el cuerpo guerrero de don Jorge, lleno de juventud, de amor, de lirismo, de poesia, de genialidad, fue mortalmente herido por su contrincante D. Pedro Baeza.

      Entre sus ropas, dicen, encontraron papeles de versos ensangrentados, como si ellos fueran los últimos suspiros de este sublime poeta, que quiso ser también guerrero.


Muchas gracias


Programa de actividades culturales en el Congreso Internacional Jorge Manrique, año 2004, titulado: "En las guerras y en las paces" en Paredes de Nava el 18 y 19 de octubre. Pinchar para ampliar.

José Herrero Vallejo

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