lunes, 18 de abril de 2016

Presentados cuatro libros manriqueños de José Manuel Ortega en Paredes de Nava


PRESENTADOS CUATROS LIBROS MANRIQUEÑOS DE JOSÉ MANUEL ORTEGA CÉZAR EN PAREDES DE NAVA


    "Jorge Manrique a través del tiempo" (Estudio y antología), "Catálogo razonado de una biblioteca manriqueña" y "Jorge Manrique en la poesía contemporánea. Antología 1956-2016" del escritor conquense José Manuel Ortega Cézar, editados por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, han sido presentados en Paredes de Nava, la villa natal de Jorge Manrique, dentro de la programación del Verano Cultural.

    En el acto, presentado por el médico neurocirujano y escritor José Herrero Vallejo, intervino Miguel de Santiago, escritor, poeta y periodista, asimismo autor de una edición de las Obras Completas de Jorge Manrique con un amplio estudio crítico, y el profesor universiario Luis Manuel Ruiz Virumbrales.

 Los intervinientes destacaron el fervor manriqueño de José Manuel Ortega Cézar, que ha ido reuniendo a lo largo de los años y buscando en librerías del mundo entero libros de y sobre Jorge Manrique, ha conseguido crear  la blblioteca privada probablemente más completa del mundo. No en vano es propietario de la casa de Santa María del Campo Rus (Cuenca), en la que, según los documentos históricos,  es el lugar donde vino a exhalar su último suspiro el poeta de Paredes de Nava. Ruiz Virumbrales y Miguel de Santiago leyeron, como colofón del acto, algunos poemas dedicados a Jorge Manrique por poetas palentinos actuales. La alcaldesa de Paredes de Nava, Montserrat Infante, invitó a Ortega Cézar a firmar en el libro de honor de la Villa.


José Manuel Ortega Cézar, fundador del triángulo manriqueño y estudioso de la vida y obra del autor de las Coplas, es el gran divulgador en el siglo XXI de la obra manriqueña y de su difusión nacional e internacional. Desde el sello editorial de la Junta, dio a conocer en tres libros un amplio recorrido a través de su impacto sobre autores de todos los tiempos y culturas, un catálogo razonado de su propia colección (única en el mundo) y una antología del influjo del creador de las Coplas sobre poetas contemporáneos a uno y otro lado del Atlántico.

Implementando en el plano de la alta divulgación la tarea filológica de especialistas como Beltrán, Pérez Priego o Gómez Moreno, sus libros recogen y analizan el renovado impacto de Manrique sobre la Literatura en español, cuyo canon lírico encabeza, y cómo ha merecido la más alta estima de Juan de Valdés a Antonio Machado, de Lope de Vega a García Lorca, de Fray Luis a Pedro Salinas, de Gracián a Gabriel García Márquez. En el umbral del cuarto centenario de la 1ª edición de la 2ª parte del Quijote, Ortega Cézar, releyendo la obra cumbre de nuestra narrativa y otras creaciones cervantinas, constató algo sorprendenteCervantes, que en el conjunto de su obra había citado a decenas de poetas (unos pocos excelsos, algunos buenos, mediocres y olvidables los más), jamás mencionó a Jorge Manrique. Reclamándose de continuo tributario de Garcilaso, Ortega advirtió (y en su libro lo demuestra) que, estructuralmente, sobre Cervantes resulta mucho más poderosa la influencia del autor de las Coplas. Y más allá de lo anecdótico, que también, en la génesis, concepto, pintura de personajes y estructura de su novela. Así como en su sentido último: testimonio de una profunda inadaptación, canto de cisne o magno retablo respectivo de sendos finales de época.

 

Cervantes se inició en el pupilaje de López de Hoyos con unos versos funerales dedicados a la difunta Reina. Las glosas de las elegías eran la base de la instrucción literaria en los estudios laicos (como el en que cursó Cervantes en Madrid) tanto como en los religiosos. Y la elegía de elegías eran y son las Coplas por la muerte de su padre. Mientras que a finales del XV y comienzo del XVI, lo que más se valoró fue el cancionero amoroso de Manrique, desde su inclusión en el General de Hernando del Castillo (1535) las Coplas pasaron a gozar de gran fama, suscitando numerosas ediciones y glosas a lo largo de toda la centuria y llegando en la siguiente a figurar en cabeza dentro de la biblioteca del Alcázar real (en los armarios de la Torre Alta), en tiempos de Felipe IV, junto a Villamediana, Góngora y Garcilaso.

Cervantes, poeta lírico frustrado (en sus propias palabras), habría comenzado su instrucción literaria con las Coplas de Manrique y mantuvo su fervor manriqueño hasta el punto de que este influyó en la ideación, estructura y numerosos episodios y personajes del Quijote, que parodian pasajes de las Coplas y del cancionero manriqueño.

Sorprendentemente, Cervantes no menciona jamás a Manrique. Y todavía más sorprendente: después de cuatro siglos largos, ningún estudioso, crítico o historiador de nuestra Literatura ha detectado este clamoroso silenciamiento.

Ingeniero de minas de formación, descubierta la veta, Ortega siguió explorando, procediendo al análisis y comparación de los materiales obtenidos, siempre escrupulosamente según el criterio del escrutinio de textos. Entre 2014 y 2017, ABC de las Artes y las Letras de Castilla-La Mancha publicó una docena larga de sus artículos dando a conocer este insólito hallazgo. Trabajos como «Ubi sunt: Cervantes y Manrique más cerca que nunca» o «Parodias manriqueñas en el Quijote», fueron luego reelaboradas a la luz de referentes críticos tan influyentes como Harold Bloom, Francisco Rico, Manuel Azaña o María Zambrano, para acabar plasmándose en este libro, «Teoría del Quijote con Jorge Manrique al fondo», que acaba de ver la luz en la Feria del Libro de Madrid bajo el sello de Huerga y Fierro.

No vamos a hacer aquí spoiler de un libro que es una amenísima caja de sorpresas con la sensacional revelación comentada. Pero baste una muestra: si nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar del morir, ¿dónde muere don Quijote? Se responderá: en su aldea, rodeado de los suyos (como por cierto, el Maestre don Rodrigo en la copla 40). Pero no, el que así muere es Alonso Quijano. Don Quijote y su sueño inmortal murieron en combate, en una playa de la Barceloneta, junto al mar.

¿Y qué podría explicar este misterioso, estridente, silenciamiento de nuestro máximo novelista sobre nuestro poeta mayor? Un silenciamiento no percibido ni señalado en cuatro siglos de ediciones y estudios globales y parciales. El libro de Ortega da pistas, abre trochas, sugiere conexiones, sin cargarse de eso que llamamos razón y solo suele ser opinión. Sin embargo, deja la mina señalada y abierta a nuevas exploraciones. Pudiera tratarse de un fervor de Cervantes hacia Manrique inefable por lo inmenso y, consiguientemente, no expresado. O acaso, de una excesiva prevención por parte de Cervantes a que su originalidad pudiera ser cuestionada. Una parodia, como una glosa, pueden ser geniales pero no son originales. En esto, sin embargo, se habría equivocado Cervantes: si las Coplas son la mejor iglesia románica de nuestras letras, el Quijote es su catedral indiscutida, ya que inaugura un nuevo género a partir de la parodia y la recreación de todos los preexistentes.

El camino para desentrañar un enigma empieza por detectarlo. Este gran libro de José Manuel Ortega propiciará sin duda que, diciendo lo que faltaba y convenía, se vaya anudando el «hilo roto», esa áurea e indeleble conexión entre Cervantes y Jorge Manrique. Lean este libro apasionante y, tras procesar toda la información que transmite y las comparaciones que plantea, formulen su propia hipótesis acerca de por qué Cervantes nunca menciona a Jorge Manrique.

Clic aquí para ir al artículo original de Antonio Lázaro en el diario ABC.




El autor con la alcaldesa en el acto de presentación de sus libros manriqueños en el salón de actos del ayuntamiento de Paredes de Nava.






































«Miguel de Cervantes y Jorge Manrique», a cargo de José Manuel Ortega Cézar, en el Ateneo de Madrid.


José Herrero Vallejo

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