DOÑA GREGORIA MATORRAS DEL SER
Tal vez este nombre no le diga a Vd. nada, amigo lector, por eso, si me permite, me gustaría desvelar cuanto antes la personalidad de esta mujer, pues creo que todo palentino tiene la obligación de conocer a aquellos paisanos y paisanas que la historia, y su vida misma, les hizo famosos. A lo mejor, su nombre les llama más la atención, si les digo, que a miles de kilómetros de distancia de esta tierra nuestra, es muy popular, hasta tal punto que cualquier ciudadano de aquel país lejano, da pelos y señales de lo que fue su existencia. Pero aquí, en su patria, quizás menos, por eso, para hablar de ella, nos vamos a trasladar a un pueblo de nuestra provincia, donde nos encontramos más cerca de su persona y más a gusto, pues nació en Paredes de Nava.
Monumento a doña Gregoria Matorras del Ser, madre del general San Martín, situado en la plaza de la iglesia de San Juan en donde fue bautizada, atribuido al escultor De la Herranz Matorras. |
A la vera de esta ruina, situada en el corro, o mejor, como se dice ahora, en la plaza que lleva su nombre, se encuentra un enverdecido jardín que no por pequeño y humilde, como suelen ser los de Tierra de Campos, deja de tener sabor y en este caso, un gran sabor patrio.
Allí, en un alto pedestal, ocupando el centro del jardincillo, inmortalizada en bronce, se encuentra el busto de esta mujer, Gregoria Matorras del Ser, nacida en este pueblo el día 12 de marzo de 1.738 y que hoy la recordamos de esta manera, por haber sido la madre del general Don José de San Martín Matorras, libertador de Perú, Chile y de las hermosas tierras argentinas que lo vieron nacer y cuya figura nosotros, los españoles, hemos ido aceptando al comprender la necesaria emancipación de las posesiones patrias en América.
Dicen, que son las madres las que imprimen carácter a muchos de sus hijos y así habrá podido ser, pues sabemos que fue mujer entera, sobrada de talante, bruñida de fatigas, y de soledades
infantiles por su temprana orfandad. A los 30 años de edad, con indudable arrojo y decisión, abandonó su pueblo y se lanzó a la aventura americana, atravesó los mares y una vez en Argentina, buscando la suerte, encontró, quizás por afinidad, a un hombre de Tierra de Campos, de Cervatos de la Cueza, un militar de infantería, Juan de San Martín destinado en aquellas tierras para mantener en ellas el poder de la patria. Se casó por poderes y tuvieron hasta seis hijos, bendecidos por otro palentino, el entonces obispo de Buenos Aires, Don Manuel de la Torre, oriundo de Autillo de Campos.
infantiles por su temprana orfandad. A los 30 años de edad, con indudable arrojo y decisión, abandonó su pueblo y se lanzó a la aventura americana, atravesó los mares y una vez en Argentina, buscando la suerte, encontró, quizás por afinidad, a un hombre de Tierra de Campos, de Cervatos de la Cueza, un militar de infantería, Juan de San Martín destinado en aquellas tierras para mantener en ellas el poder de la patria. Se casó por poderes y tuvieron hasta seis hijos, bendecidos por otro palentino, el entonces obispo de Buenos Aires, Don Manuel de la Torre, oriundo de Autillo de Campos.
Acompañó a su marido en difíciles destinos, sufrió peligros de guerra, aguantó penalidades y de vuelta a la península educó a sus hijos varones en la carrera militar, acompañó la vejez y el retiro de su marido, sufrió en su viudedad penuria económica, vivió en Madrid, Málaga, Aranjuez, para morir en Orense, el 1 de junio de 1.813.
La Embajada Argentina en España, el Ayuntamiento de Paredes y el Instituto Español Sanmartiniano, el 24 de marzo de 1978, con motivo de cumplirse el bicentenario del nacimiento de su hijo, el Libertador (1778-1978), erigieron a esta mujer, aquí en su patria chica, este pequeño monumento que fue inaugurado en solemne acto con asistencia de autoridades y ella quedó así, con nosotros, para siempre, y ellos se llevaron, agradecidos, tierra de la que cubre el suelo paredeño.
Alcaldesa, Vd. que ha conseguido tantas cosas para este pueblo, no olvide a esta mujer, merece que se le tribute un recuerdo de admiración al menos un día al año; la comunidad argentina y todos nosotros se lo agradeceríamos.
José Herrero Vallejo
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