jueves, 21 de abril de 2016

Monasterio de Calabazanos


MONASTERIO DE CALABAZANOS


Monumento escultórico a Gómez Manrique.
He leído hace unos días, en la prensa local, manifestaciones de Ignacio Cosidó, senador por Palencia, que me han parecido no solamente acertadas, sino de muy necesario y obligado cumplimiento, pues vienen no solamente a llenar un olvido imperdonable, sino también a vigorizar la promoción cultural palentina.

Propone nuestro senador que sea rescatado un viejo caserón, que fue testigo, hace más de quinientos años, de los primeros pasos literarios que llevaron a  representar  en su seno los modos y maneras del decir y del hacer de aquella época.

Fue Diego Gómez Manrique de Lara, su precursor, el que quiso que fuera entonces  Calabazanos su escenario y este deseo, olvidado durante años, es ahora  reivindicado, por derecho de prioridad, para establecer en él un Museo Nacional de Teatro

El Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación de las monjas Clarisas de Calabazanos, es una joya medieval olvidada por el pueblo de Palencia. Es un ayer del pasado, que  emboscado  entre modernos edificios, en un entorno poco respetuoso y descuidado, muestra en la ruina de los edificios su hidalguía, pues sus muros rezuman recuerdos históricos  que denotan pasado poderío y grandeza medieval.

Monumento a Gómez Manrique en el patio del Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación, de monjas clarisas de
clausura en Calabazanos (Palencia).

Fue fundado por una de las familias más prestigiosas de cuantas había en la Corona de Castilla a fines de la Edad Media, aquellos que fueron denominados los “Manrique”, linaje de rancio abolengo, de gran patrimonio y  poder político, que eligieron este lugar para recogimiento espiritual de sus damas y descanso eterno de sus caballeros. Allí yace D.ª Leonor de Castilla, excelsa señora, nieta  del Rey Enrique II, prima hermana de reyes, que en su casamiento con Pedro Manrique de Lara, Adelantado Mayor de Castilla y León, tuvieron, una descendencia, dice la historia, de hasta quince hijos, que dieron larga gloria al solar palentino y a Castilla toda.

Esta familia palentina, de clara vocación guerrera, recibió de lleno los impetuosos  influjos que renacían en una sociedad, que harta de brutalidad, necesitaba atender y cultivar el espíritu y así nace en ellos  el gusto por cultivar las artes, las letras, actividad que inicia uno de los deudos más famosos, Don Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana. Este caballero renacentista mitad guerrero, mitad poeta, transmite a sus allegados esta refinada manera de pensar, los cuales vinculados familiarmente al valor, al carácter y al ingenio, muestran pronto claras aptitudes literarias. El aguerrido y violento Don Rodrigo Manrique, Conde de Paredes de Nava, segundo en sucesión y el primero en combate, quiere probar también suerte literaria y escribe poesías, que su hijo, el universal Jorge Manrique, comprometido con su padre, lleva a la cumbre del ingenio la belleza de esta poesía que renace para atender las necesidades del alma.

En este frondoso árbol poético palentino, de raíces medievales, de gruesas y esbeltas ramas, cuyos frutos son bellas joyas literarias, se encuentra  en él fuertemente entroncado, el simpar Don Diego Gómez Manrique, cuarto hijo de esta familia, que por sus dotes singulares de elocuencia y pericia en asuntos militares, alcanzó puestos clave como Corregidor de Toledo en tiempos difíciles para los Reyes y miembro de su Consejo de Estado.

Su obra literaria, es amplia en canciones amorosas, poesías religiosas, satíricas, elegíacas, etc. y su"Cancionero" sigue siendo en la actualidad motivo de constantes y nuevas publicaciones, la última que conocemos,  en el año 2.003.

Es autor  de  piezas profanas o "momos", a través de las cuales se entremete en  un incipiente teatro, al incorporar un texto al propio espectáculo lúdico, uno de ellos para conmemorar el nacimiento de un sobrino y otro, escrito en 1.467  a instancias de la infanta Isabel, para celebrar el decimocuarto aniversario del nacimiento de su hermano Alfonso. La futura Reina Católica desempeñó en este momo el papel de Musa y dio fin a la fiesta recitando la décima estrofa que Gómez Manrique había escrito para ella.

Su obra teatral dramática más conocida, es "Representación del nacimiento de Nuestro Señor" a instancia de Doña María Manrique, vicaria en el monasterio de Calabazanos, su hermana, anterior al año 1,468. Se trata de una obra en verso, en seis escenas y un villancico, que todavía hoy las monjas, fieles a la tradición, siguen, con dificultades, representándolo como en su momento lo hizo la misma Reina Católica.

Quizá ha llegado el momento de aunar esfuerzos, y conseguir devolver a tan anciano y esplendoroso lugar, el espacio que le corresponde. Don Diego Gómez Manrique, desde su tumba lo más cerca que ser pudiere de la grada de las monjas de Calabazanos”, con seguridad que lo agradecerá. Y Palencia también.


Monasterio de Calabazanos. Villamuriel de Cerrato. Palencia.

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