ARISCA PRIMAVERA CASTELLANA
a mi amigo Miguel Ángel Torres
En estos lugares castellanos, tan alejados de mares y cercanos de cielos, tan solitarios y olvidados, gustan los inviernos de permanecer aquí más tiempo y con avaricia, se muestran tenaces y violentos. Dicen que se van, y sin marcharse, celosos de fragancias y sosiegos, abusan impenitentes de su bruto poderío, y los campos, arrugados y ateridos, se defienden de escarchas y de hielos tardíos, de vientos y de fríos.
Pero cuando
los días primaverales van siendo más tiempo luz, y las noches
pierden oscuridad, cuando el sol gana altura en el cielo azul,
los inviernos derrotados se retiran, y los sembrados, aliviados, reverdecen de
alegría.
Altozanos,
laderas, hondonadas y hasta los mismos
baldíos, participan de tan verde algarabía, y los cardos silvestres y semillas
perdidas, en medio de los sembrados metidos, crecen desafiando los verdes
intereses campesinos.
La joven primavera, enloquecida de tanto campo,
desconcertada de tanta vida, no acierta a comportarse. Un día toda ella es
lluvia, y al siguiente todo sol, y algunas madrugadas hasta trae escarchas y
hielos que producen en el sembrado desasosiego y terror. Otras tardes, sin quererlo, los
cielos de nubarrones se encapotan, los campos se oscurecen, los aires se hacen
ráfagas de viento y llegan chaparrones y
aguaceros, acompañados de relámpagos y truenos.
... los cielos de nubarrones se encapotan, los campos se oscurecen, los aires se hacen ráfaga de viento...y llegan chaparrones y aguaceros.. Foto: Paco Infante |
Y entre nubes
y soles, entre fríos y calores, va la primavera marchando, y generosa, con agua
de lluvia, los campos de jugosos verdeclaros, de ricos verdemares, con sonrisas, va ilusionada pintando. Y ellos, de verde
festival revestidos, de agua,
viento y sol fortalecidos, entallados y floridos, caminan lentamente, sin ser
tal vez advertidos, que crecer es perder alguna vez, aquel
verde juvenil tan querido.
Ariscas
primaveras, que vienen a estas tierras cargadas de invierno y se van llenas de
sol, que llegan de verde y se marchan de
dorado, sean siempre a estos campos de
labranza bienvenidas, no importa que lo
hagan a trozos, a retazos, a golpes, de mil formas o caprichosas maneras.
Pero ellas
también pasan, como todo lo de aquí. y muchas se van vacías porque su espíritu
se quedó en los campos bruñidos de sol y
lavados de agua, en los mantos de flores, estampados de rojas amapolas, en el alma agradecida de los que recibieron la generosidad de los
que supieron dar todo lo que tenían.
Plástica, dinámica descripción. Nos envuelve en los procesos cambiantes de Natura. Es un gran observador José Herrero de su tierra palentina.
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