UN OLVIDO DEL PASADO
…que yo quiero recordar
Allí, donde la llanura es más llanura, y el agua que viene del cielo, no sabe qué dirección tomar...
Allí, donde la tierra es más tierra, y lo pardo domina por doquier
Allí, donde los campos se abrazan al lejano horizonte....
Allí, es donde se encuentra, en lejanía, un olvido del pasado, que yo quiero recordar...
Su nombre, todavía conserva el
apellido que delata su cuna, Autillo de Campos,
nombre de pasado glorioso, aunque hoy sea otra cosa.
Buscándolo por la meseta, un día de otoño, cuando los cielos y la
tierra se igualan de ténue colorido y los campos descansan de los trasiegos
estivales, lo encuentro al fin, disimulado y escondido entre pardas y grises
tonalidades, como si todavía hiciera uso de la estrategia mesetaria defensiva, recuerdo de
un pasado ya muy lejano.
Cuando la distancia se acorta y su silueta se agranda, callejas y
callejuelas muestran la modestia de este pueblo castellano, que abandonado en
un mar de tierra parda, envejecido por
siglos, anclado en un pasado que pretende ser moderno, olvidado por la indiferencia de unos y de otros, recompone
como puede el vivir de cada día.
Padece la incurable enfermedad de Tierra Campos, esa que ha diezmado lo que perteneció al pasado, todo lo que es vetusto
y viejo, un mal que esquilma y destruye
lo que recuerda esplendor y grandeza . Los síntomas suelen estar al
descubierto y lo poco que a veces queda, son ruinas, tejados que se hunden,
torres tambaleantes, abandono de danzas, canciones, usos y costumbres, sin que
existan manos amigas, almas sensibles que comprendan que no hay futuro posible,
si no se ama el pasado.
Y en la descarnada ribera del Valdeginate, que en verano es seco
arroyo y en invierno turbulento río, en este pequeño pueblo, ya no
hay nada, todo lo de entonces, lo que yo busco, vestigios de su regio pasado,
todo se lo llevó el viento. Apenas se distinguen, cercanos a la torre de la
iglesia, unos restos de adobe y viejo ladrillo
que parecen ser los únicos testigos del pasado glorioso y por este motivo, creo yo, han sido
despreciados y despojados de sus rancios sabores y hoy en día, humillados, son
condenados a servir de almacén para los aperos del campo.
Autillo de Campos. |
Ligeramente atontado, no comprendía bien lo que estaba viendo, y de forma automática, mire mi reloj y vi que marcaba las 11 de la mañana del día 14 de Junio de 1217. Sobresaltado, sacudí mi cabeza, salí como pude de aquel lugar, y levantando nubes de polvo, en alocada carrera, me perdí por los interminables caminos de la meseta castellana.
José Herrero Vallejo
Probables restos de las caballerizas o dependencias del antiguo palacio, hoy desaparecido. |
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