LA HUELLA PALENTINA DE MACHADO
Se quiere, y es de justicia, que nuestro poeta Antonio Machado, que tanto amó a la tierra castellana y en la que pasó parte de su vida dándonos lo mejor de su poesía, reciba aquí, en la Comunidad de Castilla y León, un homenaje íntimo de eterna admiración. No importa la circunstancia o el motivo para recordarlo, nosotros los castellanos debemos tenerlo siempre presente, pues el mensaje de su obra, cargada de vida, de sustancia, nos fortalece y nos recuerda los valores castellanos que este sevillano supo entresacar de las entrañas de esta tierra y plasmarlos en bellos y ardorosos versos.
En mayo de este mismo año 2.023 se cumplen más cien años de su llegada a tierras castellanas, a la ciudad de Soria, en donde el paisaje, las gentes y especialmente su amada y joven esposa Leonor, fallecida en las mieles del matrimonio, marcarían una huella indeleble en su sensible personalidad que se refleja con fuerza en su naciente poesía.
La vida lo llevó años más tarde a otra ciudad castellana, Segovia, en donde su fecunda alma de poeta arrastraba una pesada y honda tristeza, y sus escritos y actividad literaria derivaba a la crítica y ensayo, alejándose poco a poco de la poesía. Sin embargo, años más tarde, en 1.928, inesperadamente, reanuda sus publicaciones poéticas y sus lectores comprueban cómo sus versos están ahora llenos de alegría y su antigua vitalidad aparece en ellos. Y aparece también en ellos un bello y escogido nombre, Guiomar, misterioso y desconocido que acompaña a sus hermosas creaciones sentimentales, lamentos de amor, sobresaltos de un corazón henchido de triste felicidad. “Canciones a Guiomar” y “Otras canciones a Guiomar” construidos en versos sensuales engarzados en un entramado de poesía amorosa.
Muchos años después de la muerte de este poeta atormentado, acaecida en circunstancias dramáticas en 1.939 y también la de su amada muchos años mas tarde, conoce el gran público la importancia de este bello nombre y la gran huella y empuje que dejó en él esta musa, que como un manantial inagotable, reverdeció su entristecida vida.
Última fotografía de Antonio Machado, exiliado en Francia en 1939. |
El destino, la guerra, los separó, y el poeta herido de muerte, camino del destierro, en un ilusionado recuerdo, tuvo un último poema para Guiomar que finaliza así: “y la soñada miel de amor tardío/y la flor imposible de la rama/ que ha sentido del hacha el corte frío”.
Pilar de Valderrama, Guiomar, vivió en estos campos montaraces que antes fueron propiedad de Jorge Manrique, aquel poeta paredeño del que decía Machado, “entre los poetas míos tiene Manrique un altar”. Manrique también tuvo un amor, y también se llamaba Guiomar. Macarena García Calderón y Paz Nájera así lo contaron en su artículo “Palencia y Guiomar. Dos musas para dos poetas”
“El Carrascal”, campo fecundo de ilusiones ya olvidadas, en donde Pilar, oliendo a jara y tomillo, esperaba inquieta las cartas de su amado, meditando entre carrascos su respuesta, fue también testigo, en aquel entonces, de la sobria inspiración de su cuñado, el escultor Victorio Macho, que impaciente, a la caída de la tarde de aquellos veranos calurosos, esperaba otra ilusión, la llegada de un corpulento hombre que desde un pueblo cercano acudía en su borrico para posar con los brazos en cruz, junto a aquella encina grande, el esbozo incipiente del Cristo que está hoy en lo alto del otero.
José Herrero Vallejo
Perfecta la descripcion.
ResponderEliminarAmor del espiritu leido en tierras palentinas por Guiomar nombre de una mujer real creada en sus versos por el gran Antonio Machado.
Una amplia descripción y veridica
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