LAMENTOS CAMPESINOS
Si uno no conociera bien esta
comarca agrícola de Tierra de Campos, tendría la sensación, al recorrerla por caminos y carreteras, en
esas mañanas soleadas de viento ligero y fino, tendría,
digo, la sensación de estar, a primera vista, frente a unas tierras de cultivo ricas y prósperas, bien dotadas para estos menesteres que con seguridad. colmarán a sus cultivadores de cierto bienestar
económico.
Parece que aquí, en estos campos, todo está bien
preparado para la actividad agrícola, y
produce cierta satisfacción, el comparar
este territorio con otros lugares y pueblos agrícolas de España, donde las
cosas no son así, y todo son dificultades para los mismos fines. Predominan aquí
los espacios naturales abiertos, en
donde inmensos campos de labor se pierden en la lejanía, sembrados despejados y limpios, sin estorbos,
sin baldíos, ni espacios perdidos, todo entra en el cultivo. Tierras sueltas de
fácil labrar, tremedales, barriales, recias arcillas de variopintos colores,
cascajares y demás, alternan en una superficie monótonamente llana que se prolonga
con altozanos y hondonadas, amplios valles
y vallejuelos, arroyos y arroyuelos que
en invierno ejercen de ríos y recogen las aguas sin dañar a los cultivos,
como antes sucedía. Holgados caminos facilitan al viajero poder llegar con facilidad a las amplias parcelas de
cultivo, en donde las labores se realizan con grandes medios mecánicos que
ofrecen comodidad y hasta confort, sin fríos ni barros en las botas como antaño, y la recogida de la cosecha, en otros tiempos penosa, pasa hoy casi desapercibida.
Sin embargo, parece que esto no es así, que no es oro
todo lo que reluce, que la belleza de estos campos no se corresponde con la
realidad que ofrece a sus trabajadores. Dicen que la agricultura que aquí se
practica no da para todos, que la propiedad de la tierra está muy repartida y
la mayor parte de ella está arrendada a trabajadores del campo, que con potente
maquinaria, tratan de conseguir los objetivos básicos que atiendan
a sus compromisos.Entre subvenciones y cosechas, unos y otros, más o menos, se arreglan y así, de esta forma, esta
comarca, mostrándose continuamente
descontenta, se mantiene perdiendo en una situación de espera, en un
mundo que se mueve. Parece que aquí el tiempo se ha estancado, sin que nadie se
haya dado cuenta de que el campo no necesita ahora de esfuerzos corporales como único medio a
aportar. Lo que antes era esfuerzo y padecer humano, ahora se ha convertido en otra
forma de pensar y actuar, quizás estamos en esa situación intermedia. en que lo
que tenemos. no nos sirve y lo que necesitamos no lo tenemos.
Y esto que no tenemos. es lo que hay que buscar y
conseguir, pues no hay duda de que estos campos
agrícolas son mejores que otros muchos y ofrecen con seguridad grandes
posibilidades, pero quizás no están hoy en día lo suficientemente entendidos,
aunque sí conocidos, y la estructura y
entresijo económico y social que los atiende, no son probablemente hoy lo que este campo necesita. Estamos en tiempos de
transición y por ello un tanto desorientados, pretendemos, dando bandazos,
encontrar nuestro norte.
Y el norte lo tienen que buscar gentes entendidas y
formadas, respaldadas por un conocer y saber más allá de lo que es el
conocimiento tradicional, que ya no sirve. Conceptos e ideas nuevas son las que
hay que aportar con visión real, nacidas del estudio, de la investigación,
apoyados por los centros de saber en este terreno, lejos de visionarias políticas de contento, de
proyectos cuyos beneficiarios son otros y así tantas cosas.
No se entiende hoy en día la figura del agricultor solitario
que hace y deshace a su entender o
antojo, descolgado del mundo empresarial, trabaja en su explotación mientras otros descansan,
que mantiene creencias que no son las de hoy, que sigue consignas que son las
de otros y agobiado por un trabajo que escatima rentabilidad, pretende
encontrar en la subvención un medio para salir adelante, desconociendo el viejo
refrán de su tierra, de que las prebendas son pan
para hoy y hambre para mañana.
Pero es la independencia personal en su trabajo la que defiende el agricultor de Campos por
encima de todo, no admite consejos,
desconfía de todos y se cree suficiente sin querer saber nada de nadie. El
feroz independentismo que sufre esta
tierra, la desconfianza en el vecino, impidem que no brille este sector agrícola productivo como
otros sectores, que encontraron en el diseño empresarial, en el entendimiento del trabajo
en común, una forma de prosperidad, aunque ello suponga siempre riesgo, confianza y esfuerzo
intelectual.
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