jueves, 19 de mayo de 2016

Se marchan... pero volverán


SE MARCHAN  LOS PASTORES  … PERO ELLOS  VOLVERÁN

a mis amigos Severino y Emiliano,
pastores de Paredes,
en recuerdo de las noches vividas
a la luz de las estrellas,
allá donde estén.

Se han ido, se van marchando nuestros pastores y ya apenas los vemos en estas tierras agrícolas de la comarca palentina de Campos, tierras que en otros tiempos fueron para ellos su vida, el sustento de sus hogares,  de sus rebaños y también motivo de rivalidades de unos con los otros por defender para ellos el pasto seco y escaso de la llanura.

Siempre estaban allí, en el campo, de sol a sol, sin importarles ni la hora, ni el día o tiempo que hiciere. Aprovechaban con fruición cuando estos campos ofrecían y si no había alimento, lo buscaban deambulando por caminos y veredas, campo a través, donde el hambre de sus rebaños les llevara.

Siempre estaban, los veíamos a nuestro paso acelerado por las carreteras, y acostumbrados a su presencia, pasábamos indiferentes como si ellos también formaran parte del paisaje. Y allí, en la lejanía, permanecían pacientes, confundido el blanco pastoril del rebaño con los pardos colores de la llanura y el pastor,  como una atalaya viviente, vigilaba cuanto en ella sucedía.  

Al ir o volver, ocupaban caminos y calzadas y todos les dejábamos paso y observábamos curiosos aquel desfile que parecía cansino cuando al anochecer volvían a los rediles, paso vivo y acelerado en su camino matinal hacia los pastos.


Apenas ahora los vemos y tampoco son como eran antes, ya no tienen el porte señorial que tenían, y sus atuendos tampoco son, e incluso su caminar y su estar son otros. Dicen que muchos de ellos no son de aquí, que vienen de tierras lejanas. Los hijos de los de antes, los que llevan el arraigo,  la estirpe pastoril, ya no quieren ser, y aunque quisieran, ya no pueden, los tiempos son otros, han pasado las épocas del esfuerzo y la ambición, la modernidad ha llegado a estos campos, y la llanura, desconsolada, permanece desierta.

Se fueron aquellos tiempos en que cientos, miles de rebaños de esta Tierra de Campos, esperaban impacientes el nuevo día y su pastor, compuesto y animoso, abría la cancela del aprisco y un tropel de variopintos colores, orquestados de balidos que inundaban de alegría la llanura. Y así, tantos y tantos días, toda la vida sustentando sus rebaños con lo que sobraba en los campos, en una tierra donde nada se deja, porque se quiere, se necesita todo. Las yerbas de los caminos, la de las eras, la de arroyos y cunetas, todo servía y no digamos cuando llegaba la rastrojera, aquellos escasos restos de grano y paja que abandonaban en las tierras los labradores, era para ellos un festín.

Con escasa economía, mucho esfuerzo y sabiduría pastoril, contribuyeron  estas gentes a mantener una economía pujante y sus lechazos churros y magníficos quesos, siguen siendo hoy un producto de primera calidad solicitados por todos los mercados.


Las explotaciones cerealistas de esta comarca llevan más de cuarenta años atravesando un desierto sin horizontes de esperanza, son incapaces hoy en día de llenar los graneros a la altura que los tiempos actuales solicitan, sus producciones no cubren apenas sus gastos y necesitan ayuda, subvenciones económicas, propinas para el campo, dicen algunos. Y estas subvenciones, las de hoy, porque mañana ya no habrá, no se quedan aquí, se desvían a otros destinos, porque el agricultor ha perdido la confianza en el campo y desorientado, busca otros caminos y abandona también lo que tanto amó.

Labranzas y labradores tendrán que cambiar su estrategia y buscar una fuerte alianza con la ganadería, destinando su actividad agrícola a producciones forrajeras y herbáceas para lo que estas tierras nuestras están tan bien dotadas, y destinar estos productos, al consumo directo de una floreciente ganadería, evitando la comodidad que supone el que su valor añadido se vaya a las ganaderías del norte, como ahora ocurre.

Cuando esto suceda, cuando nuestra agricultura tenga una clara orientación  agropecuaria, cuando nuestros hombres vuelvan a confiar en ellos mismos y recobren la ambición que tuvieron sus abuelos, entonces volverán nuestros pastores transformados en hombres de empresa al frente de importantes explotaciones estabuladas de ganado lanar productoras de leche, de carne, al frente de mataderos, de salas de despiece, de naves de congelación, de fabricas de queso, de piensos compuestos. De tantas cosas.


                                                                                                 
                                                           José Herrero Vallejo




No hay comentarios:

Publicar un comentario