martes, 3 de mayo de 2016

Victimismo comunero


VICTIMISMO COMUNERO
 

 Llama la atención, e incluso produce cierta preocupación y estupor, que una Comunidad como Castilla y León, de rancio abolengo en la historia de nuestra España, germen de esta nación, haya elegido entre toda su larga e importante  historia pasada, un acontecimiento intrascendente de negativos efectos sobre su historia, como  fue la derrota de los llamados Comuneros, para conmemorar la festividad de la Comunidad.

 El rastro que tras de sí dejó esta guerra entre hermanos mal avenidos, continúa en el recuerdo histórico de las gentes actuales, dando origen a posturas reivindicativas de distinto signo, pues éste es el marco en el  que mejor encaja  esta  historia retomada, y siempre mal comprendida. Los medios de comunicación, recogen todos los años por estas fechas, las opiniones encontradas, y las  peripecias que suelen suceder en la llamada Campa o descampado de Villamar, donde tiene lugar tal festividad.

Batalla de Villalar, pintura de Manuel Pícolo López. Refleja el desarrollo de la contienda.
Tropas de Carlos I enarbolando la bandera de los Austrias.
Sin embargo, parece que el esfuerzo de los políticos de la Junta de Castilla y León, por normalizar estos efectos, van dando sus resultados, pues existe el deseo de que se normalice esta fiesta, es decir, que exprese pluralidad respetuosa y compromiso compartido y no sesgo parcial o apropiación unilateral. Es decir, se quiere que todos seamos comuneros. Este esfuerzo ha supuesto y supondrá  lo suyo a las arcas públicas de esta Comunidad, pues se dedican cantidades económicas a tal aceptación, tal como la creación de la Fundación Villalar que dotada de buenos medios económicos, financia nuevos edificios para su sede, que  atiende y cuida  a sus patronos, subvenciona libros y novelas al respecto, revistas gratuitas para promover las señas de identidad de la Comunidad,etc. No sabemos que se podrá hacer con los leoneses, que ausentes y lejanos a los comuneros, reivindican su disgregación de la Comunidad y ven en esta fiesta  otro motivo diferencial, y en cuanto pueden, como se ha visto en las otras y en estas elecciones, muestran su descontento.

Ejecución de los líderes comuneros por decapitación
            en el caldalso de Villalar el 24 de abril. Pintura de
                 Antonio Gisbert (1860).
Esta elección tan desacertada, dice Eduardo García Cárcel,  puede tener relación con un sentimiento de culpa, motivado por un  complejo de inferioridad, nunca convicto y confeso,  muy arraigado  en nuestro país, que nos hace sentir una cierta  simpatía y mayor ponderación a los perdedores de la historia. Este catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona, en un artículo titulado La Memoria  Doliente”,  comenta que tiene la impresión de que en  la memoria  de la Historia de España, ha dejado más secuelas la España  doliente de los perdedores, que la España autosatisfecha de los ganadores. Dice que la historia la escriben siempre los ganadores,  pero cree, que desde luego,en nuestro país, cuesta creerlo, pues son numerosos los ejemplos alusivos a este caso en que es frecuente la atribución del pecado original al perverso Estado, responsable de todos los males pasados, presentes  y futuros, despreciando,  sin valorar,  los buenos objetivos conseguidos. Denostar lo victorioso,  encubrir el triunfo de los otros, destruir y hacer desaparecer signos y hechos de triunfadores que pertenecen por derecho a la Historia de España, es común antes y también ahora. El victimismo nacional, que no nacionalista,  está de moda, y como el éxito nunca es definitivo, es el poder de los perdedores el que va socavando lo verdadero y modificando los hechos, denigrando de esta forma, buena parte de los signos históricos de dignidad española. Así, al referirse al tema que tratamos, es decir a la elección de esta festividad, dice este profesor: ”Ha pesado más la herencia comunera de los perdedores de Villalar, que la de Carlos V y sus intelectuales orgánicos, ha contado más la crítica profunda desde dentro de España, que la historia oficial emitida por los cronistas del Rey”. Este es el error  que de alguna forma nos desconcierta y confunde a todos aquellos que valoramos los hechos en la normalidad requerida, y  admitimos mal mitos históricos, valorados por unos políticos dubitativos y dolientes, con ganas de agradar a algunos que no son los suyos.


José Herrero Vallejo

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